viernes, 9 de octubre de 2015

RELIGIONES EN LA CONQUISTA

Cortés y Pizarro hicieron tan bien el trabajo sucio de arrasar civilizaciones que luego la limpieza se prolongó durante décadas. Bien entrado el siglo XVII, Zurbarán pintaba vírgenes a un ritmo meteórico en su taller de Sevilla. Cada día salía un barco con destino a las Indias cargado de cuadros, tallas y biombos con imágenes de santos, cristos crucificados, apariciones de ángeles o bautismos. Los dioses indígenas habían muerto y había que sustituirlos rápidamente por otros. En esos barcos, un auténtico puente marítimo entre el reino de España y el virreinato de Nueva España, también viajaban artistas, nobles y frailes que se asentaron en el Nuevo Mundo y ayudaron sobre el terreno a la importación de arte al servicio del imperio. 

"Había que desmantelar las culturas nativas, pese a toda su brillantez, y reemplazarlas por obras que promovieran la religión católica", se explica en la exposición Pintura de los reinos. Indetidades compartidas en el mundo hispánico, una vasta muestra dividida entre el Palacio Real del Madrid y el Museo del Prado que analiza el monumental trasvase artístico que prosiguió a la conquista de América. 

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